#2 | “Julián- Algunas experiencias se viven, no se estudian”

 

Julián tiene 15 años. Quince, años. Y entiende perfectamente que no va a llegar a cumplir los 16. No sólo lo entiende, sino que lo tiene completamente asumido y actúa en consecuencia con absoluta madurez.

Ojalá llegue a ver el final del torneo local

Me comenta durante mi visita médica a su casa.  Que no quisiera morirse sin saber si su club logrará coronarse campeón. Que la Play se la va a heredar a los pibes para que sigan jugando los torneítos de los viernes pero

– Hasta que yo siga vivo, acá el dueño de la pelota soy yo maestro.

Lo dice riéndose, y con algo de pudor pensando que quizás peque de egoísta en este último comentario.

Trascendencia es ir más allá de un límite o restricción, en este caso el de un cuerpo físico.
Resiliencia es la capacidad de una persona de sobreponerse a una situación adversa.
Sanarse es alcanzar un estado de gracia del ser, independientemente de no poder curar el cuerpo.

Ya he leído demasiado y tengo completamente internalizado ciertos conceptos –nunca mejor dicho- teóricos que puedan rondar a las personas que van a morir en tiempos breves.

Sin embargo, al día de hoy, no me ha tocado morirme ni estar cerca todavía. Por ende, lo mío es teoría pura. Con las mejores intenciones y la experiencia de acompañar gente en este camino, sí. Pero teoría al fin.

Por supuesto que Julián se siente apenado y triste por este giro que le puso el destino. Y llora acongojado cuando toma consciencia de lo que no será, de sus sueños truncos de viajes y proyectos adolescentes. Pero entendió – vaya a saber cómo y cuándo- que aferrarse con uñas y dientes ante algo que se mostraba inevitable era perder el tiempo.

Escribe su diario cada amanecer, cuando aún todos duermen. Lo atesora en su mesa de luz, siempre al alcance de su mano por si surge algún pensamiento urgente que necesita bajar al papel. Es su confidente, alguien que no se quiebra ni llora cuando dice lo que siente sin pelos en la lengua. Su más preciado talismán para los momentos de angustia y desolación. Textos que nadie está autorizado a leer antes de su partida.

– Pavadas, pensamientos, cosas que se me ocurren cuando estoy solo. Cosas que no voy a llegar a hacer y me gustaría que hagan por mí. Recuerdos lindos que quisiera que no se pierdan. Un lugar donde llorar tranquilo sin hacer mierda a los que me quieren. Mi guía en este viaje.

Cuando el río corre abajo es imposible frenarlo con las manos. Dejarse llevar e ir buscando los pequeños remansos entre las turbulencias es la opción más sabia para intentar entender y darle un sentido a algo que ya está escrito y así será. Escrito y teorizado suena fácil, pero sin duda no lo es ni por cerca.

Chicos como Julián me dejan bien en claro que estas experiencias se viven, no se estudian. Se atraviesan con dolor en cuerpo y alma, no se exponen en una clase magistral ni en un congreso. Y que ellos SÍ saben de qué están hablando, más allá de no conocer las definiciones que nosotros estudiamos ni de aprobar quizás un examen oral de cuidados paliativos.


por JAVIER GALLO
Pediatra Especialista en cuidados paliativos pediátricos y escritor 

Primero Persona

Es el diario de viaje de un pediatra paliativista hacia el interior de sí mismo. Utilizando el relato y la reflexión como aliados intentará encontrar alguna respuesta a las tantas preguntas que irán aflorando en su actividad profesional.

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