Por Mercedes Mechi Méndez
La narrativa une a una persona con la otra y crea relaciones, mediando entre el mundo interno de sentimientos y pensamientos y el mundo exterior. Y el que escucha la narrativa, no sólo entra en relación con el que cuenta su historia, sino que también es transformado. Entonces, el que recibe la narración, ¿le debe algo al narrador?
Clara Valverde
Siempre consideré que la relación terapéutica —en lo personal como enfermera, en este caso, de cuidados paliativos pediátricos— debe ser horizontal, contrapuesta a lo que muchos creen.
Llevarlo a la práctica es todo un ejercicio y, a veces, los vaivenes de la sociedad en la que estamos inmersos nos llevan a creer lo contrario. Pero, si una está convencida, hace el ejercicio de volver una y otra vez a esa idea.
En la práctica de esa horizontalidad, soy una convencida de que ambos lados nos nutrimos, aprendiendo mutuamente. A diario compruebo que les niñes y sus cuidadores son grandes maestres. Claro, sólo hay que estar dispuesta a la escucha atenta y hacer espacio a la reflexión. Lo demás, si lo deseamos, fluye solo.
En lo que va del ASPO (aislamiento social, preventivo y obligatorio), en mi tarea cotidiana, con pacientes que requieren de Cuidados Paliativos —no precisamente relacionados con el mentado COVID-19— fueron varios los que, ante la pregunta “Y… ¿cómo te trata el aislamiento?” me respondieron, encogiéndose de hombros, algo más o menos así:
—No sé, Mechi, la verdad que para mí no hay diferencia…
O también:
—Hace mucho que estamos en cuarentena…
La respuesta precisa a mi pregunta y su contenido reiterado varias veces a lo largo de esos días, la horizontalidad de la que hablé y la reflexión permanente me obsequiaron una lección que no me recuerda ningún libro como prioritaria en la atención de une niñe con una enfermedad crónica amenazante para su vida: casi toda su existencia se parece mucho al tan esquivado ASPO, es decir, viven elles y sus familias en una cuarentena casi permanente. O, al menos, así lo sienten, le dan ese sentido.
A menudo pienso que no tenemos ni idea —ni idea, aunque intentemos imaginarlo— de las vivencias por las que pasan les pacientes y sus familias cuando no los vemos.
Creo que tampoco nos ponemos a pensar mucho en el significado que algunas de las indicaciones que realizamos desde el equipo de salud tienen para elles: …tenés que usar barbijo, no podés convivir más con tu mascota, no podés asistir más a la escuela, se te va a caer el cabello, es sólo un pinchacito, no te va a doler, no podés salir, te tenés que quedar internado, no podés recibir visitas, a partir de ahora vas a comer sin sal, habrá que suspender el cumpleaños… y podemos continuar.
Y no me lo pregunto porque me guste amargarme sin sentido, sino porque creo firmemente que, como decía el gran Eduardo Galeano, estamos hechos de historias y sólo desde conocer esa narrativa que el paciente trae y esa historia que lo construye es que mi asistencia puede resonar con elle y ser eficaz. Y, sin duda, ese es mi objetivo más deseado: resonar con elles, que resuenen conmigo y ser lo más eficiente que pueda abrazando esos significados.
Ojalá todes pudiéramos tener presente la enseñanza profunda y refrescante de las palabras que me decían las personas internadas. Y, cuando seamos finalmente liberades, tengamos la capacidad de rememorar esa desagradable sensación que el encierro nos provocaba, para poder decidir de manera empática —con los cuidados adecuados— ante cada permiso solicitado y recordar que las personas internadas sólo intentan sobrellevar la interminable cuarentena a la que se encuentran sometides.
Agradezco que esas palabras me cachetearan, me confundieran, me llevaran a lo más alto y me bajaran de un hondazo, me interpelaran y, en el fondo, me hicieran recordar que no debo correrme del lugar de no saber, para poder seguir aprendiendo todo el tiempo de elles, quienes más saben.
Mercedes Mechi Méndez
Lic. en Enfermería
Unidad de Cuidados Paliativos Pediátricos (UCPP) – Hospital Juan P. Garrahan (CABA)
A Mechi no le gustan mucho las presentaciones, pero podría definirse como una enfermera holística ya que, además de tener la formación en Psico-oncología de Pallium, hace Reiki, es instructora Mindfulness, hace terapia vibratoria con cuencos, es reflexóloga holística y practitioner en Sistema Floral de Bach. Le apasiona lo que hace y es mamá de Melina.
Una versión anterior de este texto se compartió en el Boletín de Humanidades de la Facultad de Medicina de Tucumán.
Sin dudas la mejor enfermera que conoci en el 2009, abocada a los cuidados tanto de los niños como sus madres, GRACIAS por ese amor inigualable y por la lucha diaria, si cada uno pensaría no sólo en su ombligo TODO sería más fácil
Mercedes, siempre nos sigue enseñando, que no hay modo de aprender, si no se escucha y conversar con los niños y las niñas, Sensible y profunda en cada una de sus intervenciones