Tarde de viernes; últimas consultas. Se acerca una vecina para contarnos que su madre, Elisa, mayor de edad, no está nada bien; con mucha tos y muy cansada. Nos confiesa que en el mes anterior estuvo con fiebre en la casa durante muchos días y se negó a ser llevada a consulta al hospital por miedo a quedar internada.

Conocemos bien a Elisa, vive a pocas cuadras, y participó de varios grupos de pacientes del centro de Salud. Tiene Parkinson incipiente e incontinencia urinaria como secuela de radioterapia por cáncer de cuello uterino desde hace muchos años. Si bien hace poco tiene obra social, no la usa mucho y mantiene la atención en el sistema público. Ya está cerca de los 80 años y su condición habitual es frágil, aunque ella siempre le ha puesto garra para salir adelante. En su terreno, alrededor de su casa, se han ido construyendo viviendas sus hijos, sobrinos y nietos, conformando una gran comunidad familiar que la rodea.

Acordamos que pudieran traerla al centro. Al llegar se la ve asustada, pálida, con agitación y tos. Advertidos de su reticencia a realizar estudios o internarse, planeamos previamente con la familia la estrategia de atención más acorde para su condición y posibilidades. Decidimos realizar un un test diagnóstico para confirmar lo que parecía obvio a todos —su diagnóstico de Covid—, informárselo con tacto y delicadeza, y evaluar la presencia de una eventual neumonía y la necesidad de realizar algunos estudios.

El test nos confirma que Elisa tiene un cuadro evolucionado de Covid, pasados ya los días de contagio pero con un diagnóstico clínico de neumonía con buena saturación.

Elisa se entristece y su temblor aumenta al saber que tiene Covid (aunque lo sospechaba y estaba decidida a quedarse en su casa, pero no a estar sola en la internación). Acordamos la extracción de sangre por intermedio de su obra social el mismo día y gestionamos un turno para hacerle una radiografía y una tomografía computada en el hospital con horario protegido para que no tuviera que esperar tanto y pudiéramos tener la información rápidamente. El servicio de rayos le realiza durante el fin de semana la tomografía y, con el informe respectivo, solicitamos interconsultas a clínicos y neumonólogo.

En cada acción, el equipo funciona como un gestor de cuidados, exponiendo la situación de la paciente y su fragilidad, lo que permite una atención rápida, técnica y humana. La tomografía mostraba una imagen secuelar previa, además del cuadro agudo de neumonía. Se le instaura un tratamiento con antibióticos y se la va citando cada 48 horas al centro de salud. Al llegar, Elisa es recibida por el personal de admisión y redirigida a controles de enfermería y médico.

Gradualmente, Elisa mejora. Su agitación y cansancio van cediendo, y va ganando confianza y seguridad sobre su salud.

Hablando con más calma con ella, Elisa nos refiere que el miedo le había ganado al deseo de estar bien; que había confiado en sus fuerzas aunque sabía que su estado no era bueno. Su cumpleaños se acercaba y cada día estaba más animada, salía al patio a cuidar sus plantas, ya sin agitarse, recuperando color y sin tos.

Le dimos de alta un día, tras dos semanas de seguimiento por el equipo, sin que haya tenido que ir al hospital, monitoreada a pocas cuadras de su casa, habiendo realizado todos los estudios necesarios en forma cuidada.

En ella fue tan importante el tratamiento con medicamentos y el monitoreo como el acompañamiento cercano, para evitar el miedo y la angustia. Unos días más tarde, recibimos parte de su torta de cumpleaños.
                                                                                                                                            Equipo de Salud San Francisco
                                                                                                                                                               Febrero/Marzo 2021

 

BIO  Equipo de Salud San Francisco

El equipo del Centro de Salud del barrio San Francisco III trabaja en el este de la ciudad de Bariloche, en la zona de estepa, hacia donde la ciudad va creciendo. Somos un grupo de entre quince y veinte personas que atendemos a una población estimada de ocho mil habitantes.

Tenemos una larga tradición de trabajo con grupos: adolescentes, crónicxs, mujeres y adultxs mayores. Gracias a eso, hemos generado una relación con lxs vecinxs que supera lo asistencial y lo potencia: nos conocen y conocemos a muchxs de ellxs de largo tiempo.

Esto nos permite planear juntxs la mejor estrategia para acompañarles.

Hoy, el equipo se compone de Juan José Garay (enfermero), Karen Barrientos (residente de Enfermería Comunitaria), Evangelina Gonzalez (agente sanitaria), Viviana Henriquez (agente sanitaria), Isabel Paredes (administrativa), Mariela Antillanca (empleada de limpieza), Mirta Godoy (trabajadora social), Constanza Budman (psicóloga de adultxs), Melisa Fuentes (psicóloga infantil), Patricia Huircain (operadora de Salud Mental), Soledad Molina (odontóloga), Evelyn Schonhoff (médica general), José Maria Ali Brouchoud (médico general) y Florencia Salvemini (residente de Medicina General).